Uno de los encuentros más esperados de UFC 230 fue cancelado la semana pasada, pero no fue un accidente durante los entrenamientos lo que dejó a Dustin Poirier fuera de su cruce con Nate Diaz como suele ser el caso. El culpable, resulta, es una vieja lesión de cadera:
“Es algo con lo que estuve lidiando en mis últimas peleas y fue empeorando. Ya no puedo seguir ignorándolo”, explicó “The Diamond”, que nunca antes se había retirado de una pelea, en The MMA Hour.
“Todavía puedo moverme y entrenar pero, digamos que hago un sprint, los dos días siguientes pierdo movilidad y siento mucho dolor. Claro que todos los peleadores, lo admitan o no, sufren dolores y no llegan en perfecto estado a muchas peleas. Es parte del trabajo, pero esto lo sobrepasó”, siguió el atleta de 29 años, para dar una idea que no se trata de los usuales golpes que vienen con cualquier campamento de entrenamiento.
Poirier se ha presentado a 30 encuentros en casi una década de carrera hasta la fecha, pero esta vez el problema hubiera afectado su rendimiento a la hora de competir. “Esto llegó al punto que no me dejaba entrenar como debía y era hora de hacer algo al respecto”.
A pesar de la situación y la posible pérdida de quizás su pelea de mayor perfil hasta la fecha, El Diamante cree que podría recibir buenas noticias y volver al octágono antes de lo pensado: “Ya recibimos una primera opinión y la próxima semana iré a Los Angeles a hacerme otro análisis. Si los doctores concuerdan no pasaré por cirugía, haré tratamientos de células madres y creo que no estaré fuera por mucho tiempo”.
